14 feb 2010


Abre la boca y expulsa todo el aire que guardes en tus pulmones. Despacio al principio, como en un suspiro, deja la bocanada para el final. Deshazte de lo que quede de oxígeno en el último rincón de tu pecho como si se tratara de la última calada de un cigarro amargo.
Se paraliza. Se paraliza el mundo. El globo deja de girar, ya no hay nada, no hay movimiento, no hay cambio, todo se queda quieto, no hay ruido ni tacto. Se paraliza todo. Todo menos las personas, que corren más que nunca, que pasan por tu lado a la velocidad de la luz y ya no son personas, son siluetas de lo que te rodeaba. ¡Qué digo, siluetas!, colores. Son sólo colores. Estelas de color que pasan por el rabillo de tus ojos sin que te dé tiempo de apartarte.
Y antes de que puedas volver a coger aire, llega el vendaval. ¡Qué digo, vendaval!, el ciclón. Y te golpea en la cara con toda la fuerza que puede tener el viento. Te golpea y te envuelve. Y ya no puedes respirar porque hay demasiado aire.
Hay demasiado aire.


Así es todo cuando se va.

1 comentario:

Sergio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

...Eva through the Looking-Glass.

...Eva through the Looking-Glass.