La luz pálida de una de las lamparillas de la habitación baña solo un tercio de ella. Esa luz le dibuja los rasgos más intensos. Y si lo miras desde esa perspectiva, ves cómo el labio superior destaca sobre el inferior.
Si se enfada o está triste, resalta aún más.
Él se levanta de la cama y tú lo miras desde ella. Desnudo, concentrado en lo que hace. Y lo miras. Todo él. Su cuerpo salpicado de luz. De luz naranja. Interior y exterior. La lamparita de la habitación hace juego con la luz que regalan las nubes de las tres y cuarto de la madrugada de Londres. Ves cómo mueve las manos, cómo coge la taza y cómo pone los labios en ella y quieres que te bese en ese mismo momento.
Vuelve a la cama, vuelves a notar su cuerpo desnudo y cómo te tapa con las sábanas asegurándose de que no queda ningún rincón de ti que pueda tener frío. Encajáis brazos, piernas y labios y buenas noches.
Se queda dormido rápido, como después de hacer el amor durante mucho tiempo.
Él está junto a ella, y eso es lo que importa. Sin duda, eso es lo que importa.
[Cómo lloran los violines
cuando no estás]
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...Eva through the Looking-Glass.

2 comentarios:
aaaaaaah debussy (L)(L)
*hiperventila*
cómo llora la noche...
Gracias bonita.
Y no te preocupes.
Esto es para siempre.
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