24 sept 2009

Desnúdate. No. Arráncate la ropa. No hagas caso del orden de prendas. Ahora túmbate poco a poco. Pon la espalda en el suelo frío del mármol frío, despacio. Que lo sienta cada uno de los poros de tu espalda. Que se te pongan todos los pelos de punta.
Después, pide a alguien de manos frías que haga un recorrido con la yema del dedo índice desde tu ombligo hasta tu estómago. Despacio. Cuando llegue a su destino, que cierre el puño y lo deje caer con toda su fuerza.
Lo ideal sería que, una vez llegados a este punto, se prestara a abrirte el pecho y arrancarte el corazón de un manotazo. Entonces, que le escupa. Que le escupa delante de tus narices y lo tire al suelo con fuerza para que cuando caiga pueda pisarlo con botas de cazador.
Ya puedes recoger lo que haya sobrado y ponértelo en su sitio. Vuelve desnuda de donde viniste, métete en la cama de sábanas frías, que hoy no hay agua caliente.




(Celos)

3 comentarios:

Rareza dijo...

Y luego, duerme.



Bonito, como todos los textos ;)

Ann dijo...

Supongo que lo bueno de eso es que sabemos cómo consolarnos.

Ya hablaremos.

Esta es una de mis relaciones raras y retorcidas.

Laura dijo...

¡Cielos!
Me has dejado en estado de shock!!!

...Eva through the Looking-Glass.

...Eva through the Looking-Glass.